De una idea familiar a un sueño colectivo: el nacimiento del Cine Alfa

En una emotiva charla con Provincia Multimedios, Susana Cernuschi, dueña del Cine Alfa, recordó como nació la idea de traer la pantalla grande a Jujuy.
“Nosotros éramos hoteleros. Teníamos el Hotel Colonial en Orán y empezamos el Hotel Flamingo en Salta, que después se convirtió en el Portezuelo. Pero ese día, en Santa Teresita, llovía sin parar. Estábamos con los tres chicos y dijimos: ¿qué hacemos?. Fuimos al cine, y nos sorprendió la cantidad de gente. Ahí nos miramos con mi marido y dijimos: ¿y si en lugar de hacer otro hotel, hacemos un cine? En Jujuy no hay ninguno hace años”, recordó.
Por entonces, la provincia llevaba casi dos años sin salas abiertas. Era mediados de los ‘70 y el proyecto parecía una locura. Pero de esa idea improvisada nacería el Cine Alfa, el primero en devolverle a los jujeños la emoción de la pantalla grande.
“En ese entonces no había computadoras, no había nada, recuerda Susana. Todo era a papel: planos, contratos, papelería. Tuvimos que aprender todo desde cero: cómo alquilar las películas, cómo manejar la boletería, cómo organizar un cine. No sabíamos nada.”
El nombre del cine tuvo su propio ingenio económico. “Buscábamos algo corto, fácil de recordar y de hacer en el cartel. Así nació Alfa, la primera letra del alfabeto griego. Dijimos: si nos va bien, abrimos un Beta. Lo hicimos, pero duró poco, dos o tres años, porque la situación económica era terrible. Mi marido, con pocas pulgas, lo cerró. Hoy, en ese terreno, funciona la Escuela Olga Aredes.”
Cuando el cine volvió a encender la pantalla
En 1978, el Cine Alfa abrió sus puertas en la capital jujeña y la respuesta fue inmediata.
“¡Una locura total! recuerda Susana. Lo único que había era televisión, y chiquita. Cuando empezamos a pasar las películas de Disney, Blancanieves, La Cenicienta, los chicos venían dos o tres veces a ver la misma película. En una pantalla de 12 metros por 7, era algo impresionante.”
Para Susana, el Cine Alfa nunca fue solo una sala: fue una familia ampliada, un espacio de encuentro y solidaridad. “Trabajo con las escuelas. Las ayudo para que puedan recaudar fondos y comprar elementos de higiene o lo que necesiten. Y lo más lindo es ver cómo los chicos disfrutan del cine, con esa emoción intacta.”
Susana insiste en que el proyecto siempre fue familiar: “Yo estoy al frente, pero esto lo hacemos entre todos. Mis hijos son parte del cine tanto como yo.”
Y es así como después de casi cinco décadas, el Cine Alfa sigue en pie. Con el mismo cartel, el mismo espíritu y la misma mujer que un día se animó a soñar. “El Alfa es nuestro, dice con orgullo. Es de todos los jujeños. Es el cine del barrio, el de siempre.”
Con la pasión intacta, Susana Cernuschi sigue proyectando mucho más que películas: proyecta memoria, comunidad y amor por la cultura.